Los viñedos del este del estado de Washington y de Mendoza (Argentina) son famosos por su variación de temperatura diurna, también conocida como amplitud térmica. La amplitud térmica puede describirse como un rango de temperaturas extremas dentro de un período de 24 horas (días calurosos y noches frescas). Aquí, en nuestros viñedos de gran altitud en los Andes peruanos, tenemos considerables cambios de temperatura. Debido a nuestra gran altitud, los días son calurosos y las noches frías. Sin embargo, aquí nunca hiela debido a nuestra proximidad a la selva amazónica. Para que se hagan una idea de estos cambios de temperatura, he aquí una instantánea reciente de nuestro termómetro:
Entonces, ¿cómo afecta una amplitud térmica drástica a las plantas e influye en nuestro vino? La respuesta se reduce a la fotosíntesis, la respiración y la capacidad de ahorro de energía de las vides. Durante el día, las plantas realizan la fotosíntesis para producir energía y almacenar carbohidratos (glucosa). Las plantas también respiran, que es cuando convierten los nutrientes obtenidos del suelo en energía para sus actividades celulares.
Por la noche, las plantas continúan con la respiración, pero no pueden realizar la fotosíntesis sin luz solar. Esto significa que las vides utilizan menos energía por la noche. Además, la respiración se ralentiza con las temperaturas más frías, por lo que cuanto más baja sea la temperatura nocturna, menos energía consumirá la vid. Así, las plantas pueden utilizar esta energía sobrante para sus frutos, creando bayas más ricas, coloridas e intensas. Además, el calor durante el día permite que nuestras uvas maduren más rápido y desarrollen más azúcar, al tiempo que desarrollan sabores de fruta más oscuros y pieles más gruesas, lo que nos proporciona unos taninos encantadores en nuestro vino. Por último, como hemos mencionado en anteriores entradas del blog, las noches frescas también son cruciales para generar acidez en las uvas.
Para nosotros fue bastante sorprendente encontrar las condiciones vitícolas óptimas en este lugar de los Andes peruanos. Gracias a nuestra proximidad a la selva y a nuestra gran altitud, una amplitud térmica excepcional trabaja a nuestro favor los 365 días del año, proporcionándonos un vino de primera calidad, afrutado, equilibrado, colorido y robusto.
Fuente:
"Visitando Mendoza, Argentina Parte 1: Una cuestión de altitud". Wine Anorak, 2008, www.wineanorak.com/Argentina/argentina1_altitude.htm.